Hay técnicos buenos y técnicos malos: una obviedad que a nadie se le escapa. Es como decir que hay personas buenas y personas malas. Pero si el movimiento se demuestra andando, traemos una historia que ilustra las diferencias.
Un técnico de Beko es nuestro protagonista, un profesional como deberían serlo todos: a una preparación técnica que redunda en la salud de la máquina, se suma su calidad humana.
Todo empieza con una lavadora haciendo cosas raras. Tenía escasos diez años.
El usuario lo intenta
Leandro y Paula trataron de resolver la avería por sus propios medios. Sacaron la lavadora del encastre y vieron que tenía un tornillo suelto; otro, ajustado a la placa trasera y, otro más, en el suelo de la máquina. Había hueco para otro que no estaba.
Enviaron fotos al servicio técnico de la marca y les dijeron que esos tornillos no los facilitaba la casa, sino que se compraban en la ferretería. El especialista añadió que con una lavadora tan vieja seguro que el fallo se debía a otra cosa. Lo más probable es que el problema estuviera en los amortiguadores o en el motor, así que no se librarían de pagar 300 €.
La lavadora se había usado muy poco puesto que solo eran dos de familia y pasaban temporadas fuera. No había por qué ponerse en lo peor.
Después de visitar la ferretería y de que la máquina estuviese tres días en medio de la cocina, lucía con cuatro tornillos encajados en su sitio y el resto, más pequeños, en su lugar correspondiente.
La llenaron de ropa con la ilusión de que habían sabido resolver el problema.
Pero no fue así.
El ruido era aún mayor. Parecía un cohete a punto de despegar. Tuvieron que desistir, sacar la ropa, lavarla a mano, secarla con toallas… Era invierno, estaban en paro y la calefacción era un lujo que no se podían permitir.
Total: la lavadora se había roto definitivamente.
Técnicos malos
El técnico de la marca, después de certificar la quiebra de la máquina, añadió una verdad dolorosa: habían sido ellos quienes se la habían cargado. Los tornillos que tan diligentemente habían comprado en la ferretería no debían estar allí; de hecho, el tornillo que habían visto en primer lugar nunca debió haber estado allí.
La razón era que ese tornillo y tres más sujetaban el tambor durante el transporte. La pareja miraba horrorizada al técnico. ¡Había sido un compañero suyo quien les había dado las indicaciones!
“En estas condiciones, una lavadora no habría resistido un año, así que si les ha durado diez, pueden estar contentos. Mi compañero no ha debido entenderles”.
Ni con fotos, claro.
El caso era que quien instaló la lavadora en su día se dejó uno de los anclajes sin quitar; posiblemente, por las prisas. Pero el especialista, incluso con las fotos que enviaron por whatsapp no informó de que esos tornillos no debían estar, sino que les orientó en sentido contrario.
Mal por ese servicio técnico.
No les quedó otra que comprar una nueva, pero resultó que, recién instalada, también hacía ruidos extraños. Era de la marca Beko.
Se personó un nuevo técnico y constató que el servicio de entrega no había eliminado un trozo de porexpán.
Los instaladores habían llegado con la lavadora tras subir un frigorífico americano a un octavo piso sin ascensor. El de la lavadora era un tercero. Hasta se les podía disculpar. Hay condiciones de trabajo que son sencillamente lament
ables.
ables.
Técnicos buenos
El técnico de BEKO, además de identificar rápidamente el problema, les dio una serie de consejos. Son recomendaciones que apuntan al sentido común, al mantenimiento de la máquina y a la simpatía entre el especialista del servicio técnico y el usuario:
- Hay que poner jabón, el justo, menos de la cantidad recomendada por el fabricante.
- Si se añade más, queda pegado, no se evacúa: la ropa saldrá áspera, incluso la blanca (en la de color aparece una película blancuzca). El exceso de jabón no se libera porque la lavadora no añade más agua para ello.
- Para evitar esa aspereza, la solución suele ser echar más suavizante, pero al haberse formado la película de jabón, el suavizante no penetra.
- Se desperdicia jabón, suavizante y se castigan la máquina y la ropa.
Que se tratase de un técnico de Beko no deja de ser una anécdota; en todo caso, bien por la marca, que tiene técnicos competentes en su plantilla.
Ojalá los especialistas de todas las marcas tuviesen esa actitud que añade valor al mero desempeño técnico.
Hay experiencias así con profesionales instaladores o técnicos de mantenimiento. Muy buenos técnicos. La pareja de esta historia ha podido constatarlo en más de una ocasión, si bien esta marcó una diferencia.
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